En un niño, una pérdida de audición no detectada puede provocar problemas en la adquisición del lenguaje y en el aprendizaje en general. Dadas las características de los pacientes, la detección de la hipoacusia en niños no es sencilla ya que ellos no la detectan y a la hora de realizar pruebas, su colaboración es limitada.
Las pérdidas de audición pueden ser congénitas (se nace con ellas, que en Mallorca representan tres por mil nacimientos) o adquiridas (las más frecuentes por moco o pus en el oído). La detección de posibles problemas ya se inicia inmediatamente tras el parto, cuando se realizan unas otoemisiones acústicas, como test de screening de la hipoacusia neonatal.
Las revisiones periódicas en el otorrino permiten detectar las afecciones del oído medio que afectan a la audición (otitis media aguda, otitis serosa, otitis seroadhesiva) mediante otoscopia (mirar el oído), impedanciometría (mide la resistencia del tímpano al movimiento ; aumenta si hay líquido en oído medio).
En caso de sospecha fundada de hipoacusia y cuando la otoscopia e impedanciometría son normales, puede realizarse una audiometría (si el niño es suficientemente mayor para colaborar) o unos potenciales evocados auditivos (si en niño es demasiado pequeño o no colabora). El tratamiento depende de la causa, ya sea médico, quirúrgico o mediante adaptación de una prótesis auditiva.