¿Qué son?

Son todas aquellas enfermedades que interfieren en nuestra capacidad de adquirir información de nuestra posición respecto al entorno, en su proceso o en la emisión de estímulos nerviosos reflejos y/o voluntarios para adaptarse a sus cambios.

Abarcan un enorme abanico de alteraciones, desde procesos prácticamente inocuos hasta enfermedades graves, de ahí que su estudio deba ser exhaustivo. El primer problema nos lo encontramos en una cuestión SEMANTICA, ya que los términos que se usan para describir los síntomas son vagos y, a veces, paciente y médico no entienden lo mismo al usar una palabra. Otro problema es que la variedad de sensaciones que se producen es amplia, así como las reacciones que provocan en cada paciente, lo cual hace que cada caso sea distinto.

Para entender mejor este problema, repasaremos brevemente el proceso del equilibrio, que podemos resumir en tres pasos: OBTENCION DE INFORMACION DEL ENTORNO, INTEGRACIÓN-PROCESO de esa información, RESPUESTA MOTORA ADAPTATIVA. El cuerpo dispone de tres fuentes de información sobre su posición en el espacio. El laberinto, situado en el oído interno, nos da información sobre la postura de la cabeza, aceleraciones y movimientos. La vista es la segunda fuente de información. Por último está la sensibilidad propioceptiva profunda, que proviene de unos sensores situados en articulaciones, tendones y músculos. Para mantener correctamente el equilibrio es necesario que dos de estos tres sensores funcionen correctamente. Si la información que envían estos tres sensores no es coherente, pueden aparecer síntomas como el mareo (p.e. si leemos en el coche, el laberinto detecta el movimiento o la aceleración, pero la vista y la sensibilidad propioceptiva dicen que no hay movimiento, resultado MAREO; ir en barco es un caso similar); estos mareos se conocen como CINETOSIS y no implican patología.

Estas tres señales envían información de manera simultánea hacia el sistema nervioso central, en concreto el cerebelo, donde se analizan e integran. Una vez obtenida, integrada y procesada toda la información, ésta se usa para dos tipos de respuestas; unas reflejas e involuntarias (como las que hacemos cuando tropezamos o nos empujan, para no caernos) y otras voluntarias (como mantener la vista fija en un cartel de la autopista para leer su contenido a pesar de que nos movamos a 100 km/h).

 

¿ Qué síntomas tiene?

Como hemos comentado anteriormente, los síntomas que se producen son variados y pueden confundirse entre ellos. Además, junto con los síntomas vestibulares, puede haber otros otológicos, como taponamiento de los oídos, acúfenos, hipoacusia y otros de tipo general como mal estar, sudoración, palidez.

 

Empezaremos por definir y diferenciar los tres síntomas más frecuentes.

  ¿Qué es el vértigo? Se trata de una alteración que hace referencia a una “alucinación del movimiento”. Esto quiere decir que el paciente tiene sensación de movimiento propio o del entorno cuando en realidad esta no ocurre. Habitualmente la sensación es de giro, pero también existen las sensaciones de desplazamiento hacia los lados, hacia delante, atrás, arriba o abajo, si bien son menos frecuentes.

  ¿Qué es el mareo? Es un síntoma que hace referencia al malestar general; trae consigo palidez, cambio del ritmo cardíaco, sensación de náuseas y sudoración fría, pero no sensación de movimiento propio o del entorno (es lo que se conoce como cortejo vegetativo). Suele decirse que siempre que hay vértigo hay mareo, pero no siempre que hay mareo hay vértigo.

  ¿Qué es la inestabilidad? Es una pérdida de equilibrio real (el paciente pierde realmente la estática y, si deambula, se va hacia los lados) o también puede ser una sensación que no se acompaña de una verdadera lateralización mientras se está quieto o caminando.

 

¿Qué los causan?

El proceso natural de envejecimiento produce una disminución de la función de todos los mecanismos implicados en mantener el equilibrio, tanto en la obtención de la información como en su procesamiento y en la respuesta motora adaptativa.

En las personas mayores puede presentarse en vértigo de cualquier causa, pero los más frecuentes se relacionan con la propia edad como son el vértigo posicional paroxístico benigno (por liberación de otolitos en los conductos semicirculares) o el propio presbivértigo (alteración del equilibrio relacionada con la edad). Pero en estas edades deben tenerse muy en cuenta las enfermedades vasculares que afectan al sistema nervioso central (isquemias, hemorragias), que son menos frecuentes en jóvenes. También deben considerarse los relacionados con efectos secundarios de alguna medicación que se esté tomando por algún otro motivo.

 

¿Qué síntomas provocan?

En estos pacientes la crisis de vértigo rotatorio se presenta con menos frecuencia, aunque es posible. Habitualmente se presenta más como una inestabilidad o una inseguridad en al marcha, lo cual hace que su impacto en la calidad de vida del paciente pueda ser muy importante, sobre todo si se prolonga en el tiempo. De hecho, LA CAUSA MÁS FRECUENTE DE MUERTE EN PERSONAS MAYORES SANAS son las complicaciones derivadas de las lesiones producidas al caerse. Los trastornos del equilibrio en personas mayores se miden por el RIESGO DE CAÍDA que producen, ya que son pacientes con huesos más frágiles, con mayor riesgo de que se fracturen y que van a tolerar mucho peor la inmovilidad necesaria para la recuperación de esas lesiones. Además, la inestabilidad prolongada suele provocar respuestas fóbicas (dejan de hacer cosas por miedo a caerse) que aumentan su dependencia y pueden acabar provocando depresión y envejecimiento acelerado.

 

¿Cómo se tratan?

En este tipo de pacientes el tratamiento farmacológico no suele ser tan necesario y el pilar fundamental se basa en la rehabilitación vestibular ya sea con ejercicios, posturografía dinámica o realidad virtual. Con ello se consigue no solo rehabilitar la función vestibular sino que se mejora la respuesta motora del paciente, se aumenta su fuerza, se refuerza su confianza y con ello mejora su desempeño independiente en la vida normal. Esta terapia es efectiva en la práctica totalidad de los casos, pero requiere un nivel alto de implicación por parte del paciente y de sus familiares (al menos al principio hasta que el paciente empieza a desenvolverse solo con soltura)